9 de abril de 2014

Sant Climent ( Clemente ) de Taüll

Sant Climent ( Clemente ) de Taüll



La iglesia de de San Climent (en castellano Clemente) de Taull es uno de los conjuntos patrimoniales más importantes del románico catalán y español. El edificio construido en el siglo XII en la Vall de Boi (Lleida), comparte estilo y características con otros ocho templos que gozan del máximo reconocimiento, tras ser declarados Patrimonio de la Humanidad en el 2000. Además, las pinturas del ábside, con la archifamosa imagen del pantocrator, es uno de los iconos del arte catalán que, también se ha utilizado como imagen de Cataluña. Pero conocer a fondo Sant Climent es complicado. Su imagen aparece distorsionada y no está a la altura de la importancia del monumento.
Tras pagar tres euros por la entrada, el visitante que accede al interior del templo suele llevarse una gran decepción. Los frescos originales se encuentran a más de 250 kilómetros de distancia, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) de Barcelona, donde viajaron en 1920, tras ser arrancados para evitar ser expoliados y que salieran del país para siempre. En su lugar, desde finales de los años 50 del siglo pasado y hasta hace unas semanas, se podía ver una copia —algo menor que el original expuesta en el ábside, junto con otros fragmentos originales de pintura que salieron a la luz con posterioridad al traslado de los frescos y que no se arrancaron. Durante el mes de enero, el mueble, pintado por Ramon Millet, fue desmontado para poder estudiar los restos de pintura mural que han sobrevivido detrás y espera nuevo uso.
Desde junio de 2010, fecha en la que concluyó la excavación en la zona del ábside principal, el presbiterio de la iglesia ha quedado patas arriba. Durante los trabajos, que comportaron la eliminación del altar que se había reconstruido en el lugar con los restos del original, —impidiendo realizar las pocas ceremonias religiosas, normalmente funerarias, que sigue acogiendo el templo—,salieron a la luz varios niveles de pavimento del siglo XII, unos 50 centímetros por debajo del actual, y restos de pinturas en los niveles más bajos de las paredes. Desde entonces, una cinta impide al visitante acceder en esta área, a la espera de resolver la presentación del interior del templo.
Los frescos habían sido arrancados en 1920 por la Junta de Museos de Cataluña ante el peligro de que fueran expoliadas y vendidas en el extranjero. Pero la tecnología y la aportación económica de 400.000 euros de una entidad bancaria, han permitido que desde noviembre las coloristas pinturas vuelvan a lucir en sus paredes, aunque sea virtualmente.
En apenas 10 minutos un mapping permite, mediante la utilización de seis proyectores de alta definición, ver las pinturas arrancadas y trasladadas a Barcelona (en concreto en el Museo Nacional de Arte de Cataluña, MNAC, donde forman parte del mayor conjunto de pintura mural románica del mundo), junto con las que se han conservado in situ (como una escena de Caín y Abel) y comprobar el aspecto y color que tuvieron hace 800 años, como lo pudieron hacer los habitantes del municipio de Valle de Bohí (Lleida).