26 de julio de 2016

Pablo Echenique, acorralado por un caso de economía sumergida


Pablo Echenique, acorralado por un caso de economía sumergida

 

Nunca mejor dicho el refrán:
 no es igual predicar que dar trigo

Y es que, aparte de que no es igual predicar que dar trigo, siempre hemos oído decir a nuestros mayores qué sencillo es emplear la palabrería ante una necesidad, pero los hechos son lo importante.

Y estos son los hechos.

Pablo Echenique, líder de Podemos en Aragón y número tres del partido a nivel nacional (secretario de Organización), incumplió la legislación laboral durante más de un año al haber mantenido durante todo ese tiempo a un trabajador doméstico sin contrato y sin abonar las cotizaciones a la Seguridad Social de este empleado. La irregularidad se produjo cuando Echenique ya era cargo público con escaño. Este empleado del hogar ayudaba a Echenique en su día a día, al ser dependiente por la severa discapacidad física que padece.

El caso lo ha destapado Heraldo de Aragón, y por ahora Echenique ha reconocido los hechos, aunque ha tratado de exculparse afirmando que lo hizo por ayudar a ese empleado cuando perdió su puesto de trabajo por cuenta ajena. Dice el dirigente de Podemos que durante un tiempo ese trabajador pertenecía a una empresa a la que él contrató para que le prestara asistencia doméstica y personal. Al cabo de un tiempo, esa empresa cerró -afirma Echenique- y él optó por seguir contando con el empleado. Eso sí, sin contrato ni cotizaciones a la Seguridad Social.
Echenique reconoce que era consciente de que su asistente doméstico no pagaba las cuotas de autónomos y ha confesado que le conminó a que fuera el empleado el que las abonara para «regularizar» la situación. Sin embargo, la ley establece que es el empleador -en este caso Echenique- el que debe abonar las cuotas a la Seguridad Social del personal doméstico y que, en cualquier caso, aun cuando hubiera un acuerdo demostrable por el que el empleado se hiciera cargo de las cotizaciones, si éste no las abona también es el empleador el responsable de hacerlo.

Además, la legislación obliga igualmente a que cualquier relación laboral de este tipo como empleados del hogar deba contar con un contrato reglado y por escrito. Echenique tampoco cumplió con este requisito, según él mismo ha reconocido. Dice que le pagaba 300 euros al mes en metálico, sin más, ni contrato ni cuotas a la Seguridad Social.
Esta relación laboral sin contrato se prolongó durante aproximadamente un año, hasta semanas antes de las pasadas elecciones de junio. Es decir, las irregularidades tuvieron lugar siendo Echenique cargo público: en las elecciones europeas de 2014 obtuvo escaño de eurodiputado, y en mayo de 2015 pasó a ser parlamentario regional tras haberse presentado como candidato de Podemos a la Presidencia de Aragón.
 
A ustedes le suena estas propuestas de podemos:
La propuesta 'estrella' de Podemos: 650 euros al mes para todos sin ninguna condición.
 
¿Son conscientes los militantes y votantes de Podemos lo nos enseña la experiencia a través de la Historia, nadie regala nada?

 

10 de julio de 2016

Los ineptos


Los ineptos
En España estamos adormecidos, entorpecidos, insensibles
 
 

En España estamos adormecidos, entorpecidos, insensibles. Nos han hecho creer que los ineptos son unos “pobres buenos tipos”, que no hacen daño y hasta merecen recibir nuestra misericordia, como si la ineptitud fuera una condición natural y no una decisión racional de no hacer, de no esforzarse, de no querer superarse. Y eso es lo que últimamente premiamos en empleados de la administración, en los alumnos y en los gobernantes.

 “La psicología de los hombres mediocres se caracteriza por la incapacidad de concebir una perfección, de formarse un ideal. El horror a lo desconocido los ata a mil prejuicios, tornándolos timoratos e indecisos: nada aguijonea su curiosidad, carecen de iniciativa y miran siempre al pasado”.

El hombre inepto que se aventura en la liza política y social tiene apetitos urgentes: el éxito. No sospecha que existe otra cosa, la gloria, ambicionada solamente por las personas superiores. Aquel es un triunfo efímero, al contado: esta es definitiva. El inepto mendiga; la otra se conquista.

Los mediocres de todos los tiempos son enemigas del hombre virtuoso: prefieren el honesto y lo encumbran como ejemplo. La virtud eleva sobre la moral corriente; implica cierta aristocracia del corazón, propia del talento moral; el virtuoso se anticipa a alguna forma de perfección futura y le sacrifica los automatismos consolidados por el hábito. El honesto, en cambio, es pasivo, aunque permanece por debajo de quien practica activamente alguna virtud y orienta su vida hacia algún ideal limitándose a respetar los prejuicios que lo asfixian. Admirar al hombre honesto es rebajarse; adorarlo es envilecerse.
Siempre hay ineptos. Son perennes. Lo que varía es su prestigio y su influencia. En las épocas de exaltación renovadora se muestran humildes, son tolerados; nadie los nota, no osan inmiscuirse en nada. Cuando se entibian los ideales y se reemplaza lo cualitativo por lo cuantitativo, se empieza a contar con ellos. Se aperciben entonces de su nuecero, se mancomunan en grupos, se arrebañan en partidos. Crece su influencia en la justa medida en que el clima se atempera; el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al prestamista. La mediocridad se condensa, se convierte en sistema, es incontrastable.