Hábitos que suelen tener las personas incultas
Solemos vincular
la palabra “incultura”
con la falta de conocimientos, pero si atendemos su etimología,
notaremos la relación que tiene en el aspecto de la agricultura. Cuando se usa
el término “inculto”,
se refiere a la tierra que fracasó en hacer que florecieran
plantas. Sucede lo mismo en los individuos a los que nos referimos de esa
forma. La semilla fue sembrada y simplemente no presentó el crecimiento intelectual suficiente para asegurar que se cultivó con éxito.
Es insólito para alguien con amplios conocimientos y con una
perspectiva abierta del mundo, no se encontrarse con una persona contraria; así
surgen preguntas sobre cómo piensan los demás, su forma de pensar y actuar y si
sus opiniones son positivas, es bueno no
tener reticencia a aprender un poco más y permitir que la planta crezca
y sea una parte maravillosa del mundo.
Lo más frustrante de los incultos (personas
de espíritu vulgar, escasos conocimientos y poca sensibilidad artística e
intelectual) es que tienen una reducida visión del mundo y al negarse una
aproximación a la literatura la cultura o un buen cine con contenido astuto,
niegan sus efectos como motivadores intelectuales. Son felices dentro de su
ignorancia y cumplen el cliché que afirma que cuanto menos conocimiento tengan,
mayor es la posibilidad de que se sientan cómodos con su entorno. Por esa razón se suelen agrupar con gente de su entorno
y de esa manera al compartir su ignorancia, de esa manera todos felices.
Los siguientes hábitos nos recuerdan qué
no tienen nada para envidiarles. Son felices cegados ante la trágica realidad, no
se molestan el mínimo en ver otras formas de vivir y pensar, así que viven en
la ignorancia y mediocridad sin enterarse que existe un mundo mucho mejor que
nunca verán.
La mayoría de los incultos dedican la mayoría de su tiempo de ocio a ver
televisión.
No tiene nada de malo ver televisión.
Así como existe literatura basura, existen programas inteligentes que acercan
al espectador a nuevos panoramas e ideas más amplias que – si se mezcla con
otras tareas – resultará en una mente más creativa. Los incultos dedican todo
su tiempo a ver shows de mala calidad y no cuestionan lo que miran,
convirtiéndose en espectadores mediocres de la falsa realidad que presentan las
transmisiones de ese tipo.
La mayoría de los incultos critican aquello que no entienden.
Citando a Bob Dylan, es bien sabido que
las personas ajenas a la cultura no se molestan ni un poco en comprender ideas
nuevas cuando visitan otro lugar y constantemente hacen juicios de valor.
Siempre consideran que tienen la razón absoluta y no permiten aceptar opiniones
diferentes a pesar de tener mejores sustentos que sus declaraciones. Un ejemplo
de esto serían los individuos que ven a la religión o un partido político o su
club de futbol, como una verdad absoluta y cuando se ven cuestionados por
hechos de lógica, acuden a argumentos sin sentido o gritos para probar su
inútil punto vista.
La mayoría de los incultos tratan de convencer al resto de las personas que
su vida es más importante y que tienen siempre razón.
Todos los sufrimientos que podrían estar
pasando millones de personas alrededor del mundo no significan nada para
alguien ajeno a una empatía con diferentes comunidades o culturas. Suelen ser
el centro de atención y desde su perspectiva su vida es más importante que la
de los demás… e intentan convencer al resto de que así es. Resultan arrogantes,
molestos y una verdadera pesadilla que haría ver a cualquier narcisista culto
como un mejor individuo.
Estamos ante un
comportamiento muy habitual. ¿Cuántas veces nos hemos encontrado con personas
que por el simple hecho de desconocer algo lo critican con falacias sin
argumento alguno? Bastantes, ¿no? Este tipo de gente podríamos asociarlos a la
categoría de “inculta” y lo más recomendable es huir de ellos. Sí, así es,
trata de no mezclarte y de no absorber nada de ese tipo de conducta porque solo
te llevará a problemas. Siguiendo este camino evitarás dar respuesta a las
preguntas que te plantea la vida y eso te condenará a quedarte sin más
preguntas que resolver. Y, ¿qué es la vida sino una gran incógnita?
La mayoría de los incultos su única forma de
comunicación se reduce a los rumores y panfletos de otros igual de incultos que
ellos.
Una forma más simple de decir chismes y habladurías.
Las personas incultas, al perder la conexión con la literatura, su único
acercamiento es la tradición oral; pero en lugar de entablar conversaciones
sobre temas de relevancia para expandir su conocimiento, pasan el tiempo
creando historias sobre otras personas para poder criticarlas, juzgarlas o
simplemente para tener de qué hablar, porque en una vida sin arte, no existe un
crecimiento ni una evolución cognitiva que nos adentre en materias más
enmarañadas.
La mayoría de los incultos usan Internet sólo de redes sociales sin garantías
de una información verídica.
Internet es una herramienta increíble
que ha acercado a millones de personas a diferentes culturas, conocimientos,
artistas, proyectos y un sinfín de información porque es una enorme biblioteca
donde podemos aprender casi todo de lo que queramos. Usarlo sólo para ver
caídas o chistes en Facebook y YouTube es un desperdicio. Existen tutoriales,
cursos y video blogs e información verdadera de multitud de temas y
pensamientos que aportan mucho a la cultura, pero es constantemente ignorados
por individuos con mentes cerradas.
La mayoría de los incultos se burlan de personas más inteligentes que ellos.
Posiblemente es un complejo de
superioridad irónico lo que motiva a los incultos a burlarse de personas más
astutas con términos despectivos o con típicas burlas. También podría servirles
como una forma de autodefensa incluso antes de que exista un ataque porque
ellos mismos están conscientes de su mente limitada y optan por demostrarse en
otros ámbitos, como el físico en un encuentro a golpes.
Un viejo proverbio
japonés dice que toda crisis es una oportunidad. Los problemas necesitan de
quienes los resuelvan y, por eso, muchas personas salen bien paradas tras estos
lapsos desastrosos. En el caso que nos atañe, la persona inculta estará
pendiente de no asumir ningún cambio que pueda requerir cortar tiempo de su
ocio para dedicarlo a la investigación o a la organización del
trabajo. Salir de su zona de confort no es, precisamente, lo que
caracteriza a este tipo de personas.
La mayoría de los incultos pasan tiempo con
personas similares o más incultos que ellos.
Es normal que nos acerquemos a personas
afines a nuestras ideas y pensamientos, pero en este caso es una forma más de
limitación para los incultos. Si no se toma el tiempo de alejarse de un grupo
con pocos conocimientos y con actitudes primitivas o violentas ante cualquier
individuo que piense diferente a ellos, será difícil que encuentre una forma de
conocer más de lo que existe fuera de esa pequeña comunidad. Inevitablemente se
mantendrá ahí, incluso por miedo a ser visto como desleal por pensar distinto.
Si todavía estás
pensando en que sería una buena idea relacionarte con alguien así, recuerda que
hablamos de gente que antepondrá y extenderá su tiempo de ocio por encima de
cualquier otra cosa; no tengas la menor duda. La responsabilidad conlleva una
previa adquisición de conceptos y de información para poder llevarla a cabo y,
este tipo de individuos, no van a estar por la labor. ¿Pudiendo pasar un buen
rato en el sofá sin esforzarse en pensar o proponerse adquirir más
conocimientos? ¡Huye!
Las personas incultas se encuentran en
todos los niveles sociales y es difícil identificar a uno sin conocerlo, pero
una vez que descubrimos su falta de temas interesantes para hablar, su crítica
hacia otras personas o una burla constante hacia la cultura, notamos que nos
encontramos con una mente limitada que difícilmente podrá cambiar.
Muchas veces lo que puede transformar a
un individuo es la magia mística de los libros o una película, pero también
debemos comprender que mientras no ataque a otros o juzgue su manera de vivir
con un tono violento, tiene todo el derecho de mantenerse lo más desinformado
que pueda, porque quizás así, se concentrará en su fantástica felicidad, ésa
que los intelectuales dejaron ir desde sus primeros años de descubrir el mundo
real.
Pregúntate: ¿Quién eres? ¿Quién quieres
llegar a ser?