Inspectores de Hacienda con cuentas en paraísos fiscales cobraban por ‘perdonar’ deudas al fisco
Excitación. Esto es lo que sentían algunos inspectores
de Hacienda ante determinados contribuyentes de alto standing. O, al
menos, así lo entiende el Fiscal Anticorrupción de Cataluña, Jesús Sánchez
Ulled. Estos inspectores formaron parte, durante años, de la red de
funcionarios corruptos más importante descubierta en España en las últimas
décadas. “Se mostraron [los inspectores del fisco] en reiteradas ocasiones indebidamente
propicios a los intereses de ciertos contribuyentes de elevado perfil económico,
excitados por las ventajas patrimoniales que éstos les ofrecieron con la
finalidad de ganarse sus voluntades. En algunos de los casos, los corruptos
contactos entre los funcionarios y los empresarios se instrumentalizaban a
través de los asesores legales y/o fiscales de estos últimos”, dice la
calificación del fiscal. En total, se dejaron de pagar al fisco más de 42
millones de euros.
Unos y otros, corruptos y corruptores, se sentarán en
el banquillo de los acusados el martes día 15 para comenzar un larguísimo
juicio que se espera que dure siete meses. En ese tiempo, el fiscal deberá
demostrar todas y cada una de las imputaciones a los acusados, algunos de los
cuales se encuentran entre la élite económica de Barcelona. Unos por cobrar
para realizar inspecciones blandas. Otros, por sobornar a los funcionarios con
el fin de eludir impuestos. Todos ganaban y los demás perdíamos.
ADVERT
La lista de imputados es larga jugosa. Se trata de
probos representantes de la que ha venido siendo la ejemplar sociedad civil
catalana de las últimas décadas. Javier de la Rosa, el abogado Juan
José Folchi, José Luis Núñez o su hijo homónimo y Eduardo Bueno
Ferrer son algunos de los imputados en la causa. Sus respectivos grupos
empresariales estuvieron, muchos años, por encima de la ley tributaria
gracias a que los inspectores del fisco “santificaban resultados fiscales inveraces
que han producido un importantísimo perjuicio al erario público, el cual ha
sido pericialmente cuantificado”, dice el fiscal. Los funcionarios implicados
son Josep Maria Huguet, jefe de la Inspección entre 1985 y 1994, Roger
Bergua, su segundo durante un largo periodo de tiempo, Álvaro Pernas,
inspector que ya fue condenado y cumple condena en la cárcel, José Lucas
Carrasco, que poco después de saltar el escándalo fue incluso nombrado
Andaluz del Año en Cataluña, y Manuel Abella.
Los ‘amigos’ de De la Rosa
De Javier de la Rosa, que pasó de “empresario modelo”
(definición que le dedicó el propio presidente de la Generalitat, Jordi
Pujol) a inquilino de prisiones, se ha dicho y escrito mucho. Juntamente
con su hombre de confianza, Juan José Folchi, situó en cuentas corrientes de
Suiza abiertas por inspectores de Hacienda cientos de millones de pesetas
(millones de euros) para pagarles sus servicios. Entre los beneficiados de
las dádivas se encontraban Josep Maria Huguet y José Lucas Carrasco. Las empresas
vinculadas al Grupo Torras, que dirigía De la Rosa, dejaron de tributar miles
de millones de pesetas gracias a la benevolencia del fisco. Empresas
pantalla de JR y Folchi “se utilizaron por el grupo para intervenir en
complejas y artificiosas operaciones financieras generadores de unas cuantiosas
pérdidas que crearon unos “interesantes” créditos fiscales susceptibles de ser
compensados en los ejercicios siguientes. Posteriormente, fueron utilizadas,
además de para residenciar en ellas plusvalías provenientes de operaciones de
compraventa inmobiliaria, para crear y emitir facturas por servicios
inexistentes contra Grupo Torras y sus participadas, generando de esta forma la
salida de fondos extracontables en las sociedades facturadas y provocando un evidente
fraude fiscal”, dice el escrito de acusación. La amistad entre Folchi y Huguet llegó a ser total. Tanto que el jefe de la
inspección se presentó un día en la localidad gerundense de Figueres, donde un
inspector había descubierto tres empresas pantalla que se utilizaban para
defraudar, y le ordenó cesar en sus investigaciones. El inspector no tuvo más
remedio que obedecer, pero se curó en salud y dio parte oficial de la visita.
Meses después, se desplazó a Madrid para participar en un cursillo y, en su
ausencia, su despacho fue registrado, los expedientes desaparecieron y nunca
más volvieron a aparecer. De la Jefatura de Inspección de Barcelona
desaparecieron incluso las comunicaciones oficiales, pero había quedado copia
de ellas en Girona, dando cuenta de las maniobras de Huguet. Sólo la cuota
defraudada por empresas vinculadas a JR y Folchi fue de casi 1.300 millones de
pesetas (casi 8 millones de euros). Cobros sospechosos No es de
extrañar un afán así, puesto que, según un informe de la fiscalía fechado en el
año 2000, al tiempo que se tramitaban algunos de los expedientes sobre las
sociedades pantalla que habían montado los gestores de Torras Hostench “se
produjeron algunos de los ingresos más relevantes en la cuenta suiza del Banque
Paribas de José María Huguet”. Folchi, que
había llegado a ser consejero en la Generalitat interina de Josep
Tarradellas, supo tejer una potente red de amistades dentro de la
Administración. La cabeza de lanza de esta red era Ernesto de Aguiar,
que había sido delegado especial de Hacienda en Barcelona en la década de los
80 y más tarde recaló como director general de las Haciendas Territoriales. En
1990, abandonó la administración y se dedicó a sus negocios privados. Íntimo
amigo de Josep Maria Huguet, con quien había trabajado en Barcelona, ambos
se desplazaron a Ginebra en septiembre de 1990 y abrieron sendas cuentas
corrientes -y consecutivas- en el banco Paribas, donde recibieron cientos
de millones de pesetas hasta el año 1993.
Según los implicados, el origen de los fondos era un
“servicio de permuta de dinero en efectivo por otros medios de pago con el
querellado Juan José Folchi”. Pero éste afirmó que el origen de las
transferencias respondía a “la contraprestación pactada entre Javier de la Rosa
y Ernesto Aguiar por los servicios de asesoramiento prestados por este último
en los aspectos fiscales derivados de los procesos de fusión que tuvieron lugar
entre Torras, Pamesa, Explosivos Río Tinto, Cros y Ebro”. Pero de lo que no
tiene duda el fiscal es de que existió “una relación de asesoramiento
prestada por José María Huguet, al tiempo que ejercía la Jefatura de la
Inspección Regional, a favor de los intereses de Juan José Folchi”. Eran
tiempos de vino y rosas, una época en la que el jefe de la Inspección, junto
con su esposa, Rosa Guasch, llegó a asociarse con Ferran Adrià,
ya uno de los mejores cocineros del mundo, para abrir el restaurante Talaia, en
el Puerto Olímpico de Barcelona.
Conexión con José Borrell
Curiosamente, a pesar de que en principio había sido
acusado, la Fiscalía retiró la imputación a Ernesto de Aguiar, el hombre cuya
amistad con José Borrell provocó la dimisión de éste como hombre fuerte
del PSOE. Sin embargo, continúa siendo socio de José María Huguet, con quien
creó en 1993 la firma Huguet y Aguiar SCP, con sede en la Rambla de
Catalunya de Barcelona. El fiscal, sin embargo, sí reclama cárcel para Huguet,
por haber recibido, en total, algo más de 2,4 millones de euros en sus cuentas
suizas.