13 de julio de 2015

Estoy cansado de la crisis griega






Estoy cansado de la crisis griega
Cuando piensas en la Acrópolis de Atenas desde lo alto de Cecropia lo grandioso de contemplar el Partenón, el templo de Atenea Niké o las Cariátides del Erecteión. Un pueblo que nos dio a Aristóteles, Parménides, Sócrates o Platón y que posee uno de los conjuntos de islas más idílicas de toda la vieja Europa. Este gusto por lo heleno ha ido poco a poco enturbiándose debido a la opacidad de sus cuentas públicas, a la belicosidad de su ejército y a la corrupción e ineficiencia de su sistema político.

La responsabilidad de lo que le sucede a Grecia es, principalmente, de Grecia.

Y los responsables de lo que pasa dentro de Grecia, son los griegos.


Datos contrastados:

Cuatro de cada cinco ricos evade impuestos en Grecia. Las grandes fortunas no han parado de crecer en medio del colapso económico y los recortes.

Grecia tiene una economía sumergida equivalente al 30% del PIB, se calcula que las arcas del Estado dejan de ingresar cada año 20.000 millones de euros, más del 8% del PIB y suficientes para atajar el déficit fiscal en dos años.

Tan contraria es la cultura de los griegos a cumplir con el erario que a finales del año pasado los griegos debían al Estado más de 80.000 millones de euros en impuestos, suficiente para que nos hubiéramos ahorrado las últimas semanas de angustia y no estuviéramos hablando de un tercer rescate.

En Grecia un oficio duro, es el de recaudador de impuestos. Los enviados especiales de la prensa describen casos en los que los inspectores tienen que huir a la carrera perseguidos por la muchedumbre.

El deporte de defraudar sin vergüenza lo practican las profesiones liberales, médicos, ingenieros, abogados y el primordial sector turístico. Ahí se esconde una economía sumergida.

El fakelaki (o pequeño sobre) para conseguir un favor de un funcionario o una menor factura fiscal siguen al orden día en este país con apenas once millones de habitantes y 768.000 funcionarios en 2010 –antes de los despidos impuestos por la troika–. Un sector público sobredimensionado y clientelar y miles de historias sobre el despilfarro, la malversación y la evasión fiscal. Lo fácil que siempre ha sido evadir: "El inspector es el primero que te amenaza con buscarte un problema si no lo arreglas privadamente con él". La cultura del fakelaki (el sobrecito que se paga por debajo de la mesa) se ha agravado con la crisis. Según Transparencia Internacional, en el 2010 los griegos pagaron 1.492 euros de media en sobornos, un 10% más que en el 2009. Las oficinas de impuestos locales y los hospitales son los lugares donde se paga más.


Nos quieren hacer creer que Grecia, es un país pobre, pero hay muchos ricos.

"Este es un país con gente muy rica, que tiene barcos, chalets, pero no paga impuestos –dice el prestigioso economista Yanis Stournaras–. Más de la mitad de profesionales, ni un solo euro. Hasta ahora la exención fiscal estaba en 12.000 euros y, como por arte de magia, miles de médicos y abogados declaran ingresos anuales de 11.999. ¡Aunque vivan en barrios donde el metro cuadrado se vende a 6.000 euros!", Las cifras hablan por sí solas: cada año se presentan cuatro millones de declaraciones; la mitad quedan exentas de pago.

Algunos expertos han cifrado en 200.000 millones de euros la cantidad de dinero que se ha fugado del país desde que estalló la crisis a principios del 2010. Más que la deuda externa de 175.000 millones.

¿Por qué no pagan impuestos los griegos? Hay explicaciones para todos los gustos. Algunos sociólogos se remontan al pasado otomano, decenios y decenios en los que no pagar tributos era una forma de resistencia al ocupante extranjero. "Se trata de una larga tradición en la que el ciudadano cree que el Estado es el enemigo", señala Loukas Tsoukalis, profesor de Integración Europea en la Universidad de Atenas.

Los griegos lo tienen duro, si cambiar la administración del Estado, esto es, hacerla más efectiva y transparente, ya es difícil; transformar la necesaria estructura de la economía, es misión imposible.

 
 
 


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