26 de noviembre de 2012


      El dilema de Antígona

 

Se me ocurrió al ver los resultados de las elecciones Catalanas y la reacción de los políticos

            El dilema ¿Ley o Justicia?

Los dos hermanos varones de Antígona se encuentran constantemente combatiendo por el trono de Tebas, debido a una maldición que su padre había lanzado contra ellos. Se suponía que Eteocles y Polinices se iban a turnar el trono periódicamente, un año uno, y al siguiente el otro, pero, en algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su período, por lo que se desencadena una guerra, pues, ofendido, Polinices busca ayuda en Argos, una ciudad rival, arma un ejército y regresa para reclamar lo que es suyo, y ataca a Tebas por sus siete puertas, en una de ellas se encuentran los dos hermanos y  la guerra concluye con la muerte de los dos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la profecía. Creonte el tirano, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros.

Los honores fúnebres eran muy importantes para los griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona se encuentra ante el dilema de obedecer la ley o hacer lo que le parece justo, toma la decisión de enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos, rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón, hijo de aquel).

La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte: condenada a ser sepultada viva, evita el suplicio ahorcándose. Por otra parte, Hemón, al ver muerta a su prometida, tras intentar matar a su padre, se suicida en el túmulo, abrazado a Antígona; mientras tanto, Euricide, esposa de Creonte y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha.
Nuestros políticos deberían leer algo mas a los clásicos de la mitología griega, quizás de esa manera saldrían de su burbuja de cristal y quizás no cometieran los mismos errores.

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