21 de enero de 2013

 
 
 

Del chivatazo a ETA al silencio de los corderos

 
 
 
 
Un silencio espeso. Un malestar profundo. No hay círculo policial en el que no se tuerza el gesto cuando alguien, con mayor o menor intención, pone encima de la mesa el caso Faisán. Si, ese caso en el que agentes del Cuerpo Nacional de Policía dieron un chivatazo al aparato de extorsión de ETA en el momento en que Zapatero hablaba con los terroristas y el día que iba a recibir el apoyo a su 'proceso de paz' por parte del PNV.
Y es que, por una razón o por otra, tanto en esos ámbitos de la seguridad  como en los políticos se trata de echar un manto de silencio. Los primeros que lo sufren son los dos propios procesados; el jefe superior y el inspector jefe. Son muchos los que desaprueban su presunta participación en un hecho visto por todos como una colaboración con ETA. Pero también hay un importante sector que defiende su inocencia, pero evita hablar con ellos por el famoso 'qué dirán'. Entre todos estos, muchos mandos policiales, por cierto.
Pero si el silencio policial es espeso y comprensible (no en vano este episodio ha dañado mucho la imagen de un Cuerpo con una gran valoración social), el político es cada vez menos entendible.
Desde el minuto uno que saltó el escándalo, desde las filas socialistas se ha tratado por activa y por pasiva de esquivar el asunto. Lógico. Pero al choque iba un día sí y otro también el PP, que hizo casus belli de este episodio, con un fuerte respaldo de las víctimas del terrorismo.
Los interrogatorios periodísticos y políticos tanto a Rubalcaba como a su número dos en Interior, Antonio Camacho, les hicieron perder en algún momento los nervios. Incluso, la semana pasada, Camacho casi estuvo a punto de nuevo de acabar con su siempre aparente serenidad cuando fue interrogado por el procesamiento final de los que fueron sus subordinados.
Pero el silencio, ahora, se ha hecho extensible también al Partido Popular. La lógica imponía que tras la confirmación del procesamiento de los dos supuestos autores materiales del chivatazo, desde las filas populares se reclamaría la responsabilidad política de los que fueron los jefes políticos de estos policías, que alguien hubiera hecho una valoración más allá de la estrictamente judicial sobre estos hechos, que de nuevo se reclamaran explicaciones sobre el caso Faisán a los que en el momento en que se produjo la delación estaban al frente del Ministerio del Interior (Rubalcaba y Camacho) o de La Moncloa (Zapatero). Pero no. Desde las filas de la formación que arropa al Gobierno, silencio.
Tampoco se ha notado una excesiva presión mediática para que ese silencio se rompiera. Se quedó en segundo plano el procesamiento de estos agentes ante la avalancha informativa procedente de Cataluña. En fin, parece que algunos, ya convencidos del llamado 'nuevo escenario', han decidido ya pasar página en un asunto al que, sin duda, le queda mucho recorrido.
Estamos pendientes de cuáles serán los delitos por los que respondan los acusados, pero ya hay voces que hablan, de momento por detrás de las cortinas, de la posibilidad de indultos, esa gran arma con que cuentan los ejecutivos.
Pero hay otras voces (y no pocas, y no de menor nivel) que entienden que este caso está muy cojo; porque es metafísicamente imposible que dos policías dieran un chivatazo a ETA si no fuera siguiendo órdenes. Y esas voces creen (algunas temen) que durante la sesión el juicio oral pueda haber sorpresas. Y que entre las sorpresas puede ser que alguno de los procesados tire de la manta y pueda desvelar claves de lo que pasó aquel 4 de mayo de 2006, si, no me he equivocado... 2006. Y pueda decir que recibió órdenes de alguien... Y diga quien fue ese 'alguien'. Y abrir en pleno procedimiento el melón de una responsabilidad política. Quizá por ello, al menos uno de estos agentes recibe llamadas cercanas, cariñosas, casi fraternales, de personas que pueden sentirse amenazadas.
Tengo la impresión de que, pese a que a los dos partidos mayoritarios, por una razón u otra, este caso les incomoda y mucho, el chivatazo del bar Faisán tiene muchas cuentas abiertas. Llevamos más de seis años... Aún será más largo e interesante. Tiempo, tiempo....
 
La idea de la democracia era que habiendo muchos partidos  se consiguiese un balance de poder, pero la realidad aquí en España es otra, los dos partidos fuertes que hay PP y PSOE, en todos los casos de corrupción y de escándalos políticos que hubo y que hay, al final terminan pactando, será este un caso más.
QUITEMOLES LAS CARETAS.

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