9 de febrero de 2013


A la caza de políticos plagiarios
en Alemenia

Los internautas del foro VroniPlag rastrean tesis doctorales y sus investigaciones han forzado ya la dimisión de ocho científicos y políticos en Alemania, país que no menosprecia la educación y la ciencia.

En Alemania, ser doctor viste mucho. El uso social del término no se limita al médico de bata blanca, sino que está extendido a todas las especialidades académicas y todavía, quien tiene la flor, la luce. La abreviatura Dr. se encuentra con frecuencia en los letreros de los buzones privados, en las esquelas necrológicas, por supuesto en los encabezados de las cartas y no digamos en las tarjetas de visita. Asimismo es habitual, en las tertulias de televisión, las entrevistas, los reportajes y presentaciones de todo tipo, dar tratamiento de doctor a quien lo merece y aunque no ejerza.

Y para merecerlo hay, claro está, que culminar unos estudios universitarios, redactar una disertación o tesis de doctorado y exponerla con éxito ante un tribunal. Superada la prueba, puede uno ir por la vida, al menos en Alemania, con cierto relumbre de persona de fortuna y provecho. Está en la idiosincrasia germana el distinguir, alzándolo sobre la masa, a quien lleva a un término dichoso el esfuerzo personal. Baste pensar que la nota más alta en un colegio alemán es el 1 singularizador, frente al acumulativo 10 latino. Se trata, por así decir, de llegar a lo más alto, no de poseer mucho. De manera que, para ser alguien y a falta de un título nobiliario, al ciudadano acomodado y al plebeyo laborioso les queda la opción de conseguir una condecoración académica.

Pero transcurrieron los siglos y un día sobrevino la revolución digital. Con ella vinieron los buscadores de internet y surgió un nuevo tipo de ser humano. No el superhombre nietzscheano, sino otro más temible y poderoso: el de los usuarios que no tienen otra ocupación que estar todo el santo día con la nariz pegada a la pantalla del ordenador. De ellos derivó una correosa subespecie que de tiempo en tiempo fuerza la dimisión de algún que otro político destacado. Se trata de los rastreadores de tesis doctorales plagiadas. El foro se hace llamar VroniPlag. Se trata de una “wiki”, esto es, de un banco de datos en el que cualquiera puede intervenir. Los aficionados a la caza de plagiarios se van conectando cada día a partir de las seis de la tarde. Hacia las diez ya está toda la manada en movimiento. No cobran un céntimo; pero se divierten, en especial cuando la pieza avistada es famosa. Entonces se coordinan, intercambian información y acorralan a la presa potencial desde todos los flancos. Como consecuencia de las pesquisas de VroniPlag, al menos ocho científicos y políticos han sido despojados en Alemania del título de doctor. A todos ellos habría que añadir los doctorcitos de chicha y nabo que abultan poco.

Un caso particularmente sonado fue el de Karl Theodor zu Guttenberg, noble bávaro que ostentaba el cargo de ministro de Defensa cuando fue aireado su trampantojo. No tardó en correr una suerte similar y por el mismo motivo Silvana Koch-Mehrin, joven política del partido liberal FDP, diputada del parlamento europeo por los días en que saltó a la prensa su caso. Koch-Mehrin fue mucho más prudente que el ministro.

Ahora le ha tocado el turno a Annette Schavan. A la ministra de Educación y mano derecha de Angela Merkel. Si hasta parecen hermanas. Mismo partido, misma generación (un año de diferencia), mismo aspecto. Corren imágenes por ahí en que se ve a la canciller, en el curso de una reunión oficial, enseñarle a su amiga Annette el móvil, esta lee algo en la pantallita y las dos se ríen. Annette Schavan, como los hermanos del cuento de Cortázar, lleva meses cediendo espacio de mal grado a los fantasmas, en su caso a los denunciadores informáticos de plagios, y todo parece indicar que también ella tendrá que abandonar la posición.

La titular de Educación de Merkel ha perdido el título de doctorado por copiar parte de su tesis.

Su historia empieza en 1980, en la Universidad de Düsseldorf. Annette Schavan, entonces una estudiante de 25 años en el tramo final de su formación académica, presenta una disertación con el pomposo título de “Persona y conciencia”. La cosa no suena ni apasionante ni amena, pero es suficiente para obtener el título de doctorado con “opus admodum laudabile”, la segunda mejor nota posible. Por espacio de tres décadas, la tesis se cubre de polvo en los archivos de la universidad sin que nadie se interese por ella. A finales de enero de este año, Annette Schavan recibió un duro revés en sus aspiraciones de salir airosa de este penoso asunto y salvar su carrera política. La Universidad de Düsseldorf accedió a constituir una comisión de control que no ha tardado ni una semana en anunciar su veredicto. Doce votos a favor, dos en contra y una abstención, con fecha de 5 de febrero, determinaron que la actual ministra de Educación de la República Federal de Alemania sea despojada del título de doctorado. El dictamen del decano no deja lugar a dudas: plagio. La doctora Annette Schavan, perdón, Annette Schavan ha asegurado que recurrirá. Contumacia no le falta, pero lo tiene crudo, muy crudo.

La sociedad germana valora el esfuerzo y, por tanto, la condecoración académica.
Se imaginan si se investiga aquí en España los datos académicos de nuestros políticos. ¿Dimitiría tan solo uno?
Fernando Aramburu es escritor

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