Seguidillas
del engreimiento
Dedicada a alguien que si cree que entrara en la historia
el día 25 de noviembre de2012.
La sensatez hay veces que se me quiebra, y es como consecuencia de la ginebra.
Cuando me excedo, me figuro, engreído, que soy Quevedo.
Si se me va la mano con el Martini me confieso a mí mismo, por lo bajini – y en
plan chuleta – que no hay quien me supere como poeta.
Esporádicamente mi ego
se exalta, si trinco en demasía güisqui de malta.
Y en ese plan me tengo por un mito y un number one.
Otras veces mi ánimo se me obnubila por haberme pasado con el tequila.
Esos instantes pienso que seré el próximo Premio Cervantes.
También fanfarroneo y me doy tono cuando trinco tres copas de Anís del Mono.
Pero lo cierto es que se me ha olvidado cuando despierto.
No es raro que a mí
mismo me reconozca como un egregio vate,
pero es el vodka.
¡Menudo muermo!
Menos mal que se esfuma cuando me duermo.
Otras veces me paso con el coñac, y pienso, jactancioso, que soy un crack.
Tanta alharaca se desvanece luego con la resaca.
Así que yo lo entiendo,
Molt Honorable, y quiero con mis versos echarle un cable. Porque, en la
euforia, cualquier mediocre cree que entra en la historia.
Aunque la petulancia se queda en nada cuando uno se despierta de la tajada.
Y, tristemente, a usted le continúa al día siguiente.
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