Se me ocurrió al ver los resultados de las elecciones
Catalanas y la reacción de los políticos
El dilema ¿Ley o Justicia?
Los dos hermanos varones de Antígona se encuentran
constantemente combatiendo por el trono de Tebas, debido a una maldición que su
padre había lanzado contra ellos. Se suponía que Eteocles y Polinices se iban a
turnar el trono periódicamente, un año uno, y al siguiente el otro, pero, en
algún momento, Eteocles decide quedarse en el poder después de cumplido su
período, por lo que se desencadena una guerra, pues, ofendido, Polinices busca
ayuda en Argos, una ciudad rival, arma un ejército y regresa para reclamar lo
que es suyo, y ataca a Tebas por sus siete puertas, en una de ellas se encuentran
los dos hermanos y la guerra concluye
con la muerte de los dos en batalla, cada uno a manos del otro, como decía la
profecía. Creonte el tirano, entonces, se convierte en rey de Tebas y dictamina
que, por haber traicionado a su patria, Polinices no será enterrado dignamente
y se dejará a las afueras de la ciudad al arbitrio de los cuervos y los perros.
Los honores fúnebres eran muy importantes para los
griegos, pues el alma de un cuerpo que no era enterrado estaba condenada a
vagar por la tierra eternamente. Por tal razón, Antígona se encuentra ante el
dilema de obedecer la ley o hacer lo que le parece justo, toma la decisión de
enterrar a su hermano y realizar sobre su cuerpo los correspondientes ritos,
rebelándose así contra Creonte, su tío y suegro (pues estaba comprometida con Hemón,
hijo de aquel).
La desobediencia acarrea para Antígona su propia muerte:
condenada a ser sepultada viva, evita el suplicio ahorcándose. Por otra parte,
Hemón, al ver muerta a su prometida, tras intentar matar a su padre, se suicida
en el túmulo, abrazado a Antígona; mientras tanto, Euricide, esposa de Creonte
y madre de Hemón, se suicida al saber que su hijo ha muerto. Las muertes de
Hemón y Eurídice provocan un profundo sufrimiento en Creonte, quien finalmente
se da cuenta de su error al haber decidido mantener su soberanía por encima de
todos los valores religiosos y familiares, acarreando su propia desdicha.
Nuestros políticos deberían leer algo mas a los clásicos
de la mitología griega, quizás de esa manera saldrían de su burbuja de cristal y
quizás no cometieran los mismos errores.
No hay comentarios:
Publicar un comentario