Lo que hay que hacer con el IRPF no es bajarlo, hay que
derogarlo.
La
maraña fiscal sirve como arma contra los desafectos, contra los disidentes.
Vendido el mantra falaz del “Hacienda somos todos” y la “injusticia” de los
impuestos indirectos frente a los directos (a principios de nuestra democracia
se nos vendió la idea de lo justo que era el IRPF y que se irían quitando los injustos
impuestos directos, nos metieron el IRPF, siguen subiendo el IRPF, pero no solo
no quitaron los impuestos directos si no que estos también siguen creciendo),
sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para intimidar a tal o
cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
El IRPF es un impuesto netamente ideológico, el más ideológico de
todos, que castiga el esfuerzo, el trabajo y, por tanto premia el no dar palo
al agua.
Paul
Lafargue, yerno de Marx,
quien escribiera El derecho a la pereza:
Lafargue propone alcanzar, mediante la
generalización del uso de las máquinas y la reducción de la jornada laboral, el
estadio de los derechos del bienestar
con el que culminaría la revolución social y cuya sociedad puede consagrar su
tiempo a las ciencias, el arte y la satisfacción de las necesidades humanas
elementales.
Paul Lafargue estaría encantado
con Montoro
y Rajoy.
También con Rubalcaba,
quien pide más impuestos. Pedir la bajada del IRPF supone legitimar el expolio
de las clases medias. ¿A alguien se le ocurriría acaso pedir “un poco menos de
robo”? Lo que hay que hacer con el IRPF no es bajarlo: es derogarlo.
Además, como afirman las voces que empiezan a escucharse cada vez
más en Europa –incluso en la ruinosa Francia–, hay que hacerlo cuanto antes,
puesto que el IRPF es el pilar sobre el que se asienta la oligarquía, el
Estado-policial. Lo que empezó por ser un impuesto británico excepcional y
temporal –jamás un impuesto es temporal; siempre que se impone, se queda– para
momentos de postguerra, ha devenido en el arma perfecta del consenso
socialdemócrata europeo contra el pueblo. La maraña fiscal sirve como arma
contra los desafectos, contra los disidentes. Vendido el mantra falaz del
“Hacienda somos todos” y la “injusticia” de los impuestos indirectos frente a
los directos, sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para
intimidar a tal o cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
La maraña fiscal sirve como arma contra los
desafectos, contra los disidentes. Vendido el mantra falaz del “Hacienda somos
todos” y la “injusticia” de los impuestos indirectos frente a los directos,
sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para intimidar a tal o
cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
Liquidar el IRPF sería liquidar la
socialdemocracia. Por eso ni PP ni PSOE están por la labor.
JClemente
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