15 de mayo de 2013

Lo que hay que hacer con el IRPF no es bajarlo, hay que derogarlo.


 
Lo que hay que hacer con el IRPF no es bajarlo, hay que derogarlo.
 

La maraña fiscal sirve como arma contra los desafectos, contra los disidentes. Vendido el mantra falaz del “Hacienda somos todos” y la “injusticia” de los impuestos indirectos frente a los directos (a principios de nuestra democracia se nos vendió la idea de lo justo que era el IRPF y que se irían quitando los injustos impuestos directos, nos metieron el IRPF, siguen subiendo el IRPF, pero no solo no quitaron los impuestos directos si no que estos también siguen creciendo), sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para intimidar a tal o cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
El IRPF es un impuesto netamente ideológico, el más ideológico de todos, que castiga el esfuerzo, el trabajo y, por tanto premia el no dar palo al agua.
 Paul Lafargue, yerno de Marx, quien escribiera El derecho a la pereza:
Lafargue propone alcanzar, mediante la generalización del uso de las máquinas y la reducción de la jornada laboral, el estadio de los derechos del bienestar con el que culminaría la revolución social y cuya sociedad puede consagrar su tiempo a las ciencias, el arte y la satisfacción de las necesidades humanas elementales.
Paul Lafargue estaría encantado con Montoro y Rajoy. También con Rubalcaba, quien pide más impuestos. Pedir la bajada del IRPF supone legitimar el expolio de las clases medias. ¿A alguien se le ocurriría acaso pedir “un poco menos de robo”? Lo que hay que hacer con el IRPF no es bajarlo: es derogarlo.
Además, como afirman las voces que empiezan a escucharse cada vez más en Europa –incluso en la ruinosa Francia–, hay que hacerlo cuanto antes, puesto que el IRPF es el pilar sobre el que se asienta la oligarquía, el Estado-policial. Lo que empezó por ser un impuesto británico excepcional y temporal –jamás un impuesto es temporal; siempre que se impone, se queda– para momentos de postguerra, ha devenido en el arma perfecta del consenso socialdemócrata europeo contra el pueblo. La maraña fiscal sirve como arma contra los desafectos, contra los disidentes. Vendido el mantra falaz del “Hacienda somos todos” y la “injusticia” de los impuestos indirectos frente a los directos, sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para intimidar a tal o cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
La maraña fiscal sirve como arma contra los desafectos, contra los disidentes. Vendido el mantra falaz del “Hacienda somos todos” y la “injusticia” de los impuestos indirectos frente a los directos, sólo era cuestión de tiempo que Hacienda se utilizara para intimidar a tal o cuál discrepante. Ustedes cabreen a Montoro y verán.
Liquidar el IRPF sería liquidar la socialdemocracia. Por eso ni PP ni PSOE están por la labor.
 

JClemente



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