1 de mayo de 2013

Sidra de Asturias


Sidra de Asturias
 
 
 
 
El arte de saborear una sidra asturiana

Existe una gran diferencia entre catar y beber. Beber es ingerir un líquido para calmar la sed o disfrutar con placer. Catar es conocer lo mejor posible el producto que probamos, sometiéndole al juicio de nuestros sentidos, para determinar sus características. Es un acto intelectual, meditado, reflexivo y como tal requiere un cierto grado de aprendizaje.
 
 

Para disfrutar con una sidra, para saborearla de verdad, es preciso tener unos conocimientos básicos del arte de la cata, de la cultura de la sidra: observarla en el vaso, olerla, distribuirla por las partes sensibles de la boca para tantearla y emitir un juicio sobre su estilo y calidad.

Para disfrutar con una sidra tenemos que usar la vista, el olfato y el gusto, pues tanto la vista, el olfato, y sobre todo el gusto, son necesarios para llevar a cabo una buena cata.

En el aspecto visual, se debe observar fundamentalmente el color, si hay o no desprendimiento de gas carbónico, limpidez, brillo, fluidez, etc.

Los colores de la sidra van desde color amarillo pajizo con tonos verdosos, o dorado claro con matices verdosos, color amarillo con ribetes dorados verdosos, aspecto limpio con distintas tonalidades de amarillo.

Lo más importante se debe observar el ESPALME, que es el comportamiento de la espuma superficial que se genera al escanciar, ésta debe desaparecer rápida y completamente, no dejando cercos ni espumas. También se debe apreciar el AGUANTE, que consiste en la persistencia de una emulsión de burbujas que ocupa toda la masa del líquido, y que va desapareciendo lentamente. Un aguante correcto exige una persistencia más o menos prolongada. Finalmente hay que observar el pegue o la adhesión de la espuma a las paredes del vaso en forma de partículas pequeñas y de modo consistente, aunque este último parámetro no se considera fundamental en las sidras acogidas a denominación de origen.

En nariz es importante recordar que estas sidras suelen presentar una acidez volátil más elevada. Así descubrimos aromas en la sidra como, aroma complejo y seco con notas de manzana madura y sutiles hierbas aromáticas, o sidra con carácter muy aromático con buena intensidad a fruta verde y con mucha frescura, también aroma franco y de buena intensidad trasmitiendo frescura
 
En boca presentan un sabor ácido característico, acompañado de amargor y ligerísima astringencia, valorándose positivamente una sensación de discreto dulzor que equilibre el conjunto, es por tanto un producto seco, sin azúcares residuales.
 
La sidra nos dará sabores como, afrutado, matices cítricos y posgusto seco, muy agradable en boca, dejando un final ligeramente amargo y afrutado, seco compensando acidez y amargor, apreciable astringencia, es fina, fresca y con recuerdos a manzana verde, con toques frutales persistentes y retrogusto alimonado.
 
 

 

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